Por el mismo motivo creo que hablar de "el vino perfecto" es tontería. Pero aún siendo consciente de que el vino perfecto no existe, Gaubela, sin serlo, lo parece. Este vinazo de Bodegas Laukote no cautiva con estridencias, no te hace vibrar, ni te va a sorprender por su originalidad, pero es casi perfecto.
Gaubela debería aparecer en las enciclopedias como ejemplo de Tempranillo de los buenos. Pero más allá de su identidad lo que lo hace grande es su equilibrio. Carece, como decía, de estridencias, de aristas, o cualquier detalle que rompa su perfecta armonía. Es un vino con cuerpo, pero al mismo tiempo suave, elegante, solemne. Es puro zen.
No se aprecia en Gaubela ni un ápice de esa exuberancia que se desata en Borg, otra de las elaboraciones de Bodegas Laukote, que ya reseñamos en este blog. Al contrario, en éste todo es paz y armonía, como la dulce calma después de la tormenta. Una calma que quizás viene dada por su elaboración. Después de fermentar durante 12 días, la uva se pisa en el depósito y se recoge el sangrado gota a gota durante la noche.
Esta añada 2015 quedará en mi registro personal como uno de los mejores vinos que he bebido jamás. Ahora, bien, lo bonito, como decía al principio es que quedan muchas añadas por probar en el horizonte.
Por el contrario, en lo musical, el horizonte se estrecha para "catar" a La Raíz en directo. Este combo valenciano ha anunciado su retirada tras la gira actual. El 17 de Noviembre será la última oportunidad para disfrutar de su espectáculo en Valencia. Al menos de momento, pues tampoco han asegurado que se trate de una despedida definitiva.
La Raíz marida a la perfección con Gaubela, placer y hedonismo a raudales y autores que en ambos casos que son grandes narradores de historias de tormentas pasadas.