El "Let's go" de Rancid, fue uno de los discos que compré a ciegas en aquella época, sin apenas haber escuchado una de las canciones de la banda, cautivado por el sonido de sus compañeros de sello y por el videosingle "Salvation". A lo tonto este disco llegó a vender casi un millón de copias.
Rancid sin embargo tanto estética como musicalmente tenían un color diferente a lo que se estaba moviendo en California en el 94. Hacían un punk más punk, más clásico, no tan melódico y veloz, pero más crudo, acercándose más al sonido británico de finales de los 70 y principios de los 80 y en eso tuvo mucho que ver la incorporación a la guitarra de Lars Frederiksen, ex-miembro de los míticos UK Subs, uno de los grupos ingleses protagonistas de esa primera ola del punk. Por otra parte Tim Armstrong, co-fundador de Rancid siempre ha tenido especial interés por el ska y la música jamaicana, así como su fusión con el punk, mezcla de géneros que ya practicaba en su anterior banda, Operation Ivy y que se fue apareciendo a pinceladas en sus discos posteriores, especialmente en el "Life won't wait" de 1998.
He de decir, que en el siglo XXI les perdí en cierto modo la pista. Escuché sus discos de esta etapa, pero me parecían demasiado monótonos, más de lo mismo y muy faltos de chispa. En esta época tanto Tim como Lars estuvieron también dedicándose a otros proyectos musicales.Sin embargo, en 2017 editan "Trouble Maker". Un discazo de esos que a primera oída gusta, pero a la segunda engancha (editado hace casi un año y no me había puesto a escucharlo a fondo hasta el mes pasado). Posiblemente sea su mejor trabajo en cuanto a sonido y en cuanto a composición y si no es el mejor seguro estará en el top (aún tiene que airearse unos meses más, para ver cuanto da de si). Se nota la madurez de la banda y despliegan mejor que nunca esa mescolanza de estilos que van desde el clásico punk británico hasta el hardcore más extremo, con guiños al ska, reminiscencias irlandesas (o de Boston) y ese puntito hooligan que les caracteriza.
He de decir, que en el siglo XXI les perdí en cierto modo la pista. Escuché sus discos de esta etapa, pero me parecían demasiado monótonos, más de lo mismo y muy faltos de chispa. En esta época tanto Tim como Lars estuvieron también dedicándose a otros proyectos musicales.Sin embargo, en 2017 editan "Trouble Maker". Un discazo de esos que a primera oída gusta, pero a la segunda engancha (editado hace casi un año y no me había puesto a escucharlo a fondo hasta el mes pasado). Posiblemente sea su mejor trabajo en cuanto a sonido y en cuanto a composición y si no es el mejor seguro estará en el top (aún tiene que airearse unos meses más, para ver cuanto da de si). Se nota la madurez de la banda y despliegan mejor que nunca esa mescolanza de estilos que van desde el clásico punk británico hasta el hardcore más extremo, con guiños al ska, reminiscencias irlandesas (o de Boston) y ese puntito hooligan que les caracteriza.
El temazo que hoy nos atañe, "Telegraph Avenue" no es una canción de esas que marcan la historia de la música como otras de las que hemos hablado en este blog, ni siquiera será la mejor de la discografía de Rancid. Pero es una composición muy bien hecha, sencilla pero con gusto, muy Rancid pero con regustito a The Clash y muy fácil de digerir.
Yaiza Esencia Tinto 2016 de Bodegas Vega de Yuco seguramente tampoco pasará a la historia de la enología. Quizás no sea el mejor ejemplo del terroir lanzaroteño, ni el arquetipo de la tipicidad de los tintos de la isla (si es que existe tal cosa en un lugar sin tradición de tintos, donde el 85% de la producción es de blancos). Pero al igual que el temazo de Rancid se deja beber muy bien y se adapta incluso a los paladares más comerciales, o a eso que llaman "estilo internacional" sin perder la originalidad y ese "vulcanismo" que está tan ¿de moda?. Está muy bien para alguien que quiera salirse de sus regiones habituales sin arriesgar demasiado. Moderadamente friki por unos 10€ la botella, menos de lo que cuesta un disco.